A veces
cuando una empieza a sentir algo no puede evitarlo, intenta pensar en otras
cosas, alejarse, negarlo, pero no sirve para nada, ya que cuando una siente,
justamente siente y no piensa. Esos son y han sido siempre mis dos grandes
lobos. El sensato y el sensible. Luchan hasta cansarse, el sensato gana por
unos días mientras yo lloro y se desgarra mi alma, hasta que el sensible vuelve
a reinar y veo todo color de rosas pintando con amor absolutamente todo. No
consigo que se lleven bien, no consigo educarlos para que logren ponerse de
acuerdo e ir 50 y 50. No, ellos siguen peleando dentro mío y me llenan de
miedos que creía superados. A veces creemos que no vamos a tropezar con la
misma piedra hasta que lo volvemos a hacer y nos damos cuenta cuan humanos
somos y que no estamos programados para no sentir. Que miedo que nos da el
rechazo y más aún a las personas que siempre que quisimos algo nos lo dieron
sin tardar. Y creo que más miedo y dolor nos causa eso que no es rechazo pero
tampoco es aceptación. Ese limbo del sentir y actuar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario